Método Reabel, belleza con base médica
La aparición de
arrugas en el rostro no es algo que nos agrade, ni que nos parezca bello, por más razonamientos que nos inventemos para digerirlas
. “Son una señal de que hemos vivido”; “constituyen una prueba del inexorable paso de los años”; “representan una existencia madura, plena de experiencia y de sabiduría” son algunas de las frases prefabricadas que acostumbramos esgrimir para pasar el mal rato de afrontarlas. Sin embargo, las arrugas constituyen un hecho que debemos aceptar, ya que son parte de un proceso natural y como decía Richter
: “Un rostro sin arrugas es un pliego de papel en el que no hay nada escrito” (otro razonamiento más).
Lo cierto es que si estás frente al dilema de resignarte o rebelarte ante las arrugas, tenemos buenas noticias:
gracias a las nuevas técnicas y a los productos utilizados en Medicina Estética, podemos ofrecerte la posibilidad cierta de retrasar la aparición de las arrugas y evitar que se acentúen de forma exagerada. En pocas palabras, así como la ciencia se ha ocupado de darle más años a la vida, ahora
podemos “darles más vida a esos años”.
Es de notar que, con relación a las
arrugas faciales, uno de los temores que más frecuentemente nos refieren las pacientes en la consulta, es el de que el tratamiento pudiera hacerles perder la naturalidad de su rostro y que su cara pudiera quedar inexpresiva e hinchada, como se ve en unos cuantos personajes públicos que acusan dicho problema. Así como el miedo que le suscitan los tratamientos quirúrgicos, por los riesgos que conllevan, aparte de los costes asociados.
Es por ello que parte de nuestro trabajo durante la consulta médica consiste en explicar a las pacientes que lo más importante al realizar un tratamiento para prevenir o corregir el
envejecimiento del rostro, es que el mismo mantenga esos rasgos faciales que resultan definitorios de la personalidad y del carácter. Y que el tratamiento, debe realizarse de una manera eficaz, segura, mínimamente invasiva y a un bajo coste.
Lo cierto que el paso de los años deja su huella, lo que se evidencia en nuestro organismo por cambios que se observan a nivel de las moléculas, células y los órganos. A nivel de la piel, estos cambios se presentarán de manera variable en cada individuo, ya que son el resultado de la interacción de nuestros genes, con el medio ambiente y con nuestro estilo de vida.
Todos estos factores provocan alteraciones complejas a todos los niveles, afectando a las diferentes capas de la piel. Los
primeros signos del envejecimiento aparecen alrededor de la tercera década de vida, mediante cambios que se observan tanto en la capa superficial como en la capa profunda de la piel.
En la capa superficial los efectos se ven porque la renovación de las células de la epidermis o queratinocitos se ralentiza y la producción de lípidos para la formación de la barrera hidrolipídica de la piel se deteriora. Por lo que se compromete su función de protección, con un aumento de la deshidratación de la piel. Ésta aparece seca, con pérdida de la turgencia y luminosidad natural. En estas condiciones, la piel se vuelva más vulnerable a los factores ambientales que la envejecen.
Respecto a las células de la capa profunda de la piel, éstas tienden a disminuir su capacidad de producir células epidérmicas jóvenes, ya que las mismas son vulnerables a la oxidación, la contaminación y la luz ultravioleta.
En la capa profunda o dermis, las fibras de colágeno y las elásticas disminuyen en cantidad, así como en sus propiedades de extensión y recuperación. Los fibroblastos (células productoras de colágeno y hialurónico) disminuyen su actividad y la piel va perdiendo poco a poco el colchón que la sujeta, lo que conlleva a la formación de surcos y hendiduras, que denominamos “arrugas”.
A los 40 años, la piel ya ha perdido más del 40% de su contenido de ácido hialurónico. Esto es lo que hace que las líneas de expresión en la superficie se conviertan en arrugas más profundas y que se altere la definición del óvalo del rostro.
Cabe destacar que la mayoría de los signos clásicamente asociados a la edad, aquí descritos, recientemente han sido asociados más a una falta de cuidado de la piel, que a la edad en sí misma.
La piel de nuestro cuerpo en general se ve expuesta a múltiples agresiones que pueden producir su envejecimiento prematuro, pero la cara, el cuello, el escote y las manos, son las zonas que más se ven afectadas, debido a que habitualmente están desprotegidas a lo largo de todo el año.
La exposición indiscriminada al sol, sin una protección adecuada, es una de las circunstancias que más acelera el proceso de envejecimiento. Pero hay otros factores que también contribuyen al deterioro prematuro de la piel, como es el caso delconsumo de cigarrillos y la exposición a la contaminación ambiental. Estos dos, junto con la exposición excesiva al sol, originan la formación de los radicales libres, los cuales crean alteraciones en el ADN de las células,produciendo arrugas, deshidratación, flacidez y manchas.
Los daños que infringimos a nuestra piel son acumulativos y muchos de ellos comienzan a una edad temprana. Aunque sólo vienen a hacerse evidentes alrededor de los treinta años. Sus primeros signos son el aspecto cansado, seco, opaco y ajado de la piel, acompañado de un aumento de las líneas de expresión en la frente, el entrecejo y alrededor de los ojos. La aparición de éstos debe entenderse como un grito de auxilio de nuestra piel.
De aquí la importancia de un tratamiento preventivo, que tenga por objeto prevenir y corregir la deshidratación, nutrir y facilitar la regeneración celular. La rutina de cuidado y protección de la piel, la cual debe adecuarse al tipo de piel, edad, actividad, etc. es imprescindible.
1.- Evaluación médica para la obtención del diagnóstico de la Salud Estética, identificando a la vez cualquier otra patología subyacente.
2.- Recomendación de una rutina de cuidado facial personalizado, compatible con el tipo de cutis y con la edad de la paciente.
3.- Recomendaciones en la nutrición, estilo de vida para el tratamiento y prevención del envejecimiento.
4.- Presentación de las diferentes técnicas y elección de la más apropiada para la paciente.
5.- Realización del tratamiento.
6.- Seguimiento y control de los resultados.
Existen pautas generales que describen cada edad de la piel.
A los 20 añosLa piel es luminosa y sonrosada, el problema que suele aparecer a esta edad es algún grano. De ser así, podemos decir que existe una tendencia a piel grasa y que es posible que se presenten adicionalmente poros abiertos y puntos negros, en especial en la llamada zona “T” de la cara.
A esta edad es importante que se sigan las recomendaciones generales de tomar poco sol y no fumar. También se hace necesario el uso de filtros solares compatibles con el tipo de piel, incluso en el invierno. La realización de una limpieza de cutis profesional cada 6-12 meses dependiendo del tipo de piel, será una excelente aliada a la hora de prevenir el envejecimiento prematuro de la piel.
A los 30 añosEn la tercera década de vida la piel es menos luminosa, aparecen las ojeras y las primeras “patas de gallo”, así como algunas manchas. A esta edad se debe incorporar a la rutina facial una crema para el contorno de ojos y labios. Adicionalmente se sugiere la realización, en el consultorio, de la nutrición celular con factores de transferencias o NCFT(preparado que contiene hialurónico, vitaminas, aminoácidos y minerales) dos veces al año, como medida de prevención.
A los 40 añosLa piel comienza a estar más seca, ya que la producción de grasa disminuye sensiblemente con la edad, también hay que destacar las líneas de expresión en el entrecejo, la frente o en el surco naso-geniano. Hay pérdida de la elasticidad de la piel. Aparecen los primeros signos de flacidez. A partir de esta edad es imprescindible agregar a nuestra rutina de cuidado facial una crema nutritiva e hidratante para la noche.
En estos momentos muchas mujeres se someten a procedimientos de “bajo mantenimiento” como lo son:
- La aplicación de hialurónico para el tratamiento de los surcos y depresiones
- La Aplicación de NCFT en cuatro sesiones al año
- La aplicación modulada de BOTOX® para el tratamiento de las líneas de expresión, en la frente, el entrecejo y alrededor de los ojos
De los 50 en adelanteLa piel padece los desequilibrios hormonales propios de la edad. Se torna seca, se adelgaza y pierde progresivamente su firmeza y capacidad de regeneración. Por lo que se hace necesario fomentar y suplementar la síntesis del colágeno, la elastina y el hialurónico, así como la infiltración de NCFT en cuatro a seis sesiones al año. Se sugiere incorporar a la rutina facial una crema hidratante de día. Los procedimientos de bajo mantenimiento anteriormente citados se tornan aliados imprescindibles a esta edad.
Vale la pena el cuidado consciente de la piel según, las pautas señaladas en este artículo. Con ello, evitaremos las dos posiciones extremas que solemos asumir ante las arrugas: La de dedicarnos a defenderlas con justificaciones insulsas o asumirlas con cierta resignación y con la consiguiente caída en nuestra autoestima por el tono emocional que se asocia a dicha aceptación.
Nuevamente la ciencia, esta vez la
Medicina Estética, viene en nuestro auxilio, aportándonos soluciones y motivos para sentirnos ilusionadas con nuestra apariencia. Echemos mano a estas ayudas y veámonos en el espejo.
Autora: Doctora Mariela Barroso Vásquez, Directora Médica del Método Reabel ®
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El MÉTODO REABEL ®, belleza con base médica, es un protocolo médico diseñado para abordar en forma lo más natural las afecciones en la Salud Estética de la mujer. Una manera profesional de ayudar a la mujer a mejorar susalud estética, de forma lo menos invasiva posible y asegurando la viabilidad y el éxito de los tratamientos.
Divulgación a cargo de Markarte, agencia de marketing y comunicación (www.markarte.net).